Programa Nº 36

Quizá Piazzolla haya tenido su Rosebud en sus recuerdos agónicos del final de su existencia, como le ocurriera al Ciudadano Kane de Orson Wells. Lo que Astor quiso recuperar y no pudo no fue un trineo como el de Kane, sino una figura gauchesca tallada por su padre, Nonino, para regalársela a Carlos Gardel durante su estancia en Nueva York. Gardel llevaba la estatuilla cuando murió en el trágico despegue en el aeropuerto de Medellín. Años después quien enseñaba a tocar el bandoneón al adolescente Astor, Andrés D’Áquila, vio en una vidriera de un comercio de Nueva York la misma figura hecha por Don Vicente, aunque chamuscada por el fuego. Al enterarse del suceso, Piazzolla quiso recuperarla pero ya se había vendido. A Natalio Gorín, uno de los biógrafos de Astor, le confesó que anhelaba que quien la tenía pudiera facilitarle su adquisición. Pero eso nunca ocurrió.
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